29 profesionales de la Territorial Cauca recibieron su título como Administradoras Públicas

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“Uno no se puede pasar iniciando caminos sin terminarlos” le dijo la señora Luz Mary Bermúdez a Mayra Fernanda Mejía Bermúdez, su hija, que el día de hoy portando un vestido confeccionado con tela africana y un turbante, alcanza la meta de graduarse de la ESAP. En total son 29 nuevos Administradores Públicos, dos especialistas (uno en Proyectos de Desarrollo y otro en Gestión Pública) y un magíster en Administración Pública. Egresados de la Territorial Cauca que trabajarán por mejores condiciones para sus municipios y su gente.  

Nació en Cali y vivió sus tres primeros años en Dagua, Valle del Cauca, vía al mar. Después, su niñez y juventud se alimentaron de los afectos y cuidados de lo que ella llama un matriarcado: de sus abuelas, tías, hermana y madre en el norte del Cauca, entre Mingo (Guachené) y Juan Ignacio (Villa Rica) zonas rurales de ese departamento. De la vereda Mingo es su padre, donde construyó su casa y sembró sus semillas; de Juan Ignacio es su madre, donde Mayra pasaba algunos fines de semana y las vacaciones.  

Ella habla de matriarcado porque las mujeres de su familia han sido cabeza del hogar. Es la hija menor, la consentida, ‘la rebelde’, en contraste con su hermana a quien si le decían “llegue a las dos”, llegaba a la una y media. Añadió que a diferencia de su hermana, si a ella le decían que llegara a las dos, llegaba a las cuatro. Luego vino la otra Mayra, hermana solo por parte de papá. Con ella aprendió el significado del perdón. Y de la madre, la labor comunitaria. 

El amor por el trabajo comunitario 

Mayra Fernanda es la hija de la mujer que fue parte del grupo de mujeres que fundó la Red de Mujeres del Norte del Cauca, organización que tiene más de 30 años de consolidación. Por esa herencia, afianzó su trabajo comunitario en otros espacios, como la Asociación Cultural Casa del Niño y a los 20 años entró a trabajar como dinamizadora de grupos juveniles.  Para 2008 se creó el Consejo Comunitario Riveras de Río Palo, gracias a su madre, mismo al que Mayra empezó a vincularse acompañando otras luchas necesarias en su territorio.  

Este recorrido la llevó a iniciar una licenciatura en Educación Rural en el Centro Universitario de Bienestar Rural, en la vereda Perico Negro de Puerto Tejada en Cauca, pero por falta de recursos no concluyó el proceso. Pasado un tiempo se presentó junto a su hermana y madre a la carrera tecnológica en Control Ambiental del Servicio Nacional de Aprendizaje -SENA y en ese momento hicieron una promesa: mantener el nivel de exigencia y rendir académicamente, ninguna estaría por debajo de la otra. Esta tecnología le permitió emplearse. 

Su hermana tuvo un embarazo complicado y Mayra tuvo que hacerse cargo de sus cuidados. La niña falleció y ella poco a poco empeoró debido a una enfermedad desconocida que redundaba en la proliferación de otras enfermedades. Así fue como Mayra dejó sus estudios de pregrado y se dedicó a trabajar. Tiempo después, los tiempos difíciles no se fueron apaciguando, pero la vida continúo. Entró a estudiar Ingeniería Agroforestal en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD).  

A sus 24 años quedó embarazada y durante este tiempo su familia la acompañó, dado que su embarazo fue de alto riesgo. Para ella la temporada fue complicada, la situación económica de la familia recayó en su madre y su hermana mayor empeoró y con el paso de un tiempo muy duro en el que de hospital a hospital y el uso prolongado de oxígeno para poder respirar, falleció.  

Para ese tiempo la madre ganó un concurso docente y se tuvo que ir a vivir al Patía, al sur del Cauca. Mayra salió de la UNAD y se dedicó a trabajar en la Corporación Universitaria Comfacauca, se alejó de muchos escenarios y se quedó sin empleo, se desanimó. Pero un amigo le habló de la Administración Pública (APT) en la Escuela Superior de Administración Pública de Santander de Quilichao y no desistió.   

La formación en Administración Pública 

La Mayra que entró hace cinco años es muy diferente de la que se gradúa hoy. Según ella, tiene una postura política consciente en términos electorales, sociales y administrativos. Además, en sus propias palabras, ahora sabe “cómo dar juicios de valor, cómo afrontar las discusiones como comunidad negra frente a lo que implica el gobernar, incluso hacia adentro, o sea, cómo administramos nuestro territorio que, aunque es diferente, también hay una lógica de orden social”. 

Tres intenciones la motivaron a entrar a la ESAP: la primera, la necesidad de estudiar; la segunda, entender el Estado y el funcionamiento de lo público; la tercera, responderse a sí misma, a su capacidad de salir adelante, de ser una profesional. La ESAP le brindó la posibilidad de formarse y accedió a la educación a través de los beneficios otorgados a la población vulnerable.  

Actualmente continúa con sus procesos políticos en territorio y cuando hablamos de lo político no solo nos referimos a lo electoral. Por ejemplo, hoy trabaja con el colectivo afrofemenino ‘Venga que sí se puede’ del que hacen parte 15 mujeres y dos hombres de Guachené, Buenos Aires, Santander de Quilichao, Caloto y Padilla en el norte del Cauca, quienes trabajan como dice ella, “para encontrarse a partir de eso que nos apasiona, no de lo que nos obliga”. 

Este espacio le ha permitido cuestionarse acerca del liderazgo, de los feminismos negros, de lo que implica ser negra y joven en un país como Colombia. Esto último también porque fue parte del Centro de Estudios Afrodiaspóricos del Instituto Colombiano de Estudios Superiores de Incolda (ICESI) en Cali, que le permitió entender mejor el papel de la mujer negra en la sociedad y en la academia. 

Hoy, salvaguardando su identidad como mujer negra, pues explica que el turbante para la religión yoruba es indispensable en términos espirituales para proteger el poder central que reside en la cabeza, la asiste una ansiedad por lo que viene, porque la vida misma le ha enseñado que no hay nada seguro, pero se encomienda a sus santos, a los orishas, y les pregunta qué tienen para ella.  

La esperanza que anida es poder seguir estudiando, especializarse en Comunicación y Marketing Político del que tiene experiencia de forma empírica y voluntaria, pues ha manejado las redes sociales de la Asociación de Consejos Comunitarios (ACOM) y también formó parte del semillero de ‘Benkos Bihojó’ en la ESAP. Desde su casa, su familia Esapista, le deseamos a ella y a todos nuestros egresados un largo y venturoso camino de alegrías, trabajando de manera ética y responsable por la transformación de su territorio. 

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