Los refugiados climáticos, los principales afectados por los desastres ambientales en todo el mundo, llegarán a ser 250 millones de personas para 2050, según informó en este Día Mundial del Refugiado el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Este tipo de refugiados, los ambientales o climáticos, son aquellos que se ven obligadas a migrar a otros lugares a causa de la degradación medioambiental experimentada en su lugar de origen, bien por razones naturales o por la mano del hombre, según el diccionario de Acción Humanitaria y Ayuda al Desarrollo.
Sirve también la definición para los desplazados internos que no cruzan las fronteras de sus países pero abandonan sus hogares por la misma causa.
El concepto lo usó por primera vez en 1985 Essam El-Hinnaw, investigador del PNUMA, pero otros atribuyen el uso del término en 1984 al Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED) de Inglaterra.
Sin amparo normativo
Aunque la utilización de este concepto está cada vez más extendido, la figura del refugiado climático no tiene amparo normativo en el derecho internacional y solo algunos países como Suecia o Finlandia incluyen “migrantes ambientales” en una categoría especial de personas que necesitan protección.
Las convenciones de Ginebra sobre protección internacional a desplazados por guerras y otros conflictos datan del siglo XIX y no reconocen a los “refugiados climáticos” por no existir entonces conciencia de este problema.
En enero de 2019, un estudio del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés) demostraba, por primera vez con datos, que la crisis climática exacerba los conflictos y la migración.
Asia y África, entre los más damnificados
En Tuvalu (archipiélago del Pacífico), que puede ser el primer Estado en desaparecer a medio plazo debido al cambio climático. Sus 11.000 habitantes se verán obligados a cambiar su domicilio por la subida del nivel del mar.
En Senegal, miles de personas se ven forzadas a cambiar su lugar de residencia por las hambrunas, fruto de la sequía, y en Mozambique y Bangladesh por las inundaciones.
Somalia, una de las cinco naciones más pobres del mundo, afectada por los conflictos internos y periodos de grandes sequías, tiene 1,2 millones de desplazados internos y otro millón ha buscado refugio en países vecinos.
Siria, que vive una guerra civil desde 2011, sufrió entre 2007 y 2010 una gran sequía que obligó a 1,5 millones de personas a trasladarse a ciudades como Alepo y Damasco provocando un deterioro progresivo de las condiciones de vida.
Según el estudio del IIASA publicado en enero de 2019, el efecto de la crisis climática es “particularmente relevante” en los levantamientos de la denominada ‘Primavera Árabe’ en Túnez, Libia, Yemen y Siria.
Etiopía es el país que ha registrado el número más alto de nuevos desplazados en el último año debido no solo a los conflictos entre comunidades, sino también a la sequía, que lleva a 37.000 personas a abandonar cada día sus hogares, según Jan Egeland, secretario del Consejo Noruego de Refugiados.
Pronósticos
En 2017 hubo 24,2 millones de desplazados de 118 países por desastres naturales, según la organización internacional Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC por sus siglas en inglés).
Un año después, un informe del Banco Mundial (BM) alerta que en 2015 los refugiados climáticos serán más de 140 millones de personas procedentes sobre todo de África, Asia y América Latina.
Otras entidades internacionales como PNUMA aumentan la cifra de personas desplazadas en 2050 a 250 millones.
El citado informe del BM dice que los “migrantes por motivos climáticos” se sumaran a los millones de personas que se desplazan por razones económicas, políticas y sociales lo que según ACNUR será un factor desestabilizador de la paz en el mundo.