La necesidad de actuar sin demora para salvar a la humanidad de la crisis climática, en línea con el lema “Tiempo de actuar”, marcó las intervenciones en la sesión de apertura de la vigésimo quinta Conferencia de las Partes del clima de la ONU, la COP25, que comenzó en Madrid.
La cumbre encendió la mecha de una carrera de fondo que hasta el 13 de diciembre movilizará el compromiso mundial en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero con coraje, ambición y unidad.
Así coincidieron en el acto de inauguración el presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, y el presidente del panel de expertos en cambio climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en ingles), el surcoreano Hoesung Lee.
El foco está en los jóvenes
Todos los líderes apuntaron al papel crucial de los jóvenes -cuyas protestas han instigado la urgencia de la acción política internacional– en vísperas de la previsible llegada el martes de la activista sueca Greta Thunberg, inspiradora del movimiento juvenil en defensa del clima. En un mensaje grabado, el presidente chileno, Sebastián Piñera, cuyo país ejerce la presidencia de la cumbre, subrayó que la juventud “nos interpela a proteger nuestro planeta y asegurar la vida humana (…) la naturaleza nos implora que la cuidemos y ella pueda cuidarnos así a nosotros”.
Ciencia como base de la acción política
La ciencia, que también ha estado en el foco de los mensajes de los líderes mundiales, “ha hablado fuerte y claro” y los compromisos climáticos “tienen que ser mucho más ambiciosos y en plazos más cortos”, recordó el presidente de Chile, que tuvo que renunciar a acoger la conferencia por la grave crisis social de su país.
Para la ministra chilena de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, que ejerce la presidencia de la COP25, el papel que la ciencia ha jugado durante las ultimas décadas en el diagnóstico certero sobre el cambio climático y sus efectos “será determinante para encontrar las soluciones”.
Hoesung Lee lamentó no obstante la “desconexión” entre los graves impactos que la ciencia vaticina y los compromisos de los Gobiernos, que “no son suficientes” para combatir la crisis climática.