Basado en algunos estudios internacionales realizados en países de Europa e Irán, se encontró, por ejemplo, que 59 de 60 pacientes hospitalizados, tenían el sentido del olfato alterado; incluso en un análisis se detectó que en el 11.8% de los pacientes, la disfunción olfatoria apareció antes que los otros síntomas.
De acuerdo con el experto, estas alteraciones se pueden presentar en el momento de incubación del virus y, pero también durante la enfermedad. Sin embargo, hasta después de haberse recuperado, es cuando el paciente empieza a recobrar el olfato y el gusto.
Mojica finalmente pide al sector de la salud, tener estas alteraciones dentro de los criterios de sospecha de caso para COVID-19. “Importante también recordar que estos se recuperan solos y que la mayoría de pacientes responden muy bien”, añadió.
Precisamente, considerando estas evidencias científicas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades Infecciosas de Atlanta y Europa, además de la fiebre, malestar, fatiga y dolor de garganta, incluyeron la pérdida del olfato y gusto dentro de los síntomas para sospecha del COVID-19.