En el marco de la conmemoración por los 5 años de la muerte de Gabriel García Márquez, sigue en la ruta de Gabo por Barranquilla, ciudad donde Aida, su hermana, se ha radicado para seguir inculcando el legado del Nobel de Literatura.
Aquél niño amante de los sonidos de un violín, apasionado por escribir y declamar un poema o aquél que dibujaba y pintaba por encargo al vecino que iba a montar una heladería y necesitaba de un aviso publicitario, son algunas de las cualidades y recuerdos de Gabriel García Márquez, que Aida añora mientras disfruta de una tarde barranquillera en donde el sorbo de un café le recuerda el por qué “Gabito, es el niño que soñó a Macondo”
“Gabo siempre fue inteligente, lideraba todas las actividades en el colegio y en el barrio, lo recuerdo como un niño atento, muy feliz” recuerda Aida, quien destaca la persistencia del también periodista para no dañar una historia.
“Hay una anécdota en donde mi abuelo recibe visitas de coroneles y Gabito siempre estaba atento a sus historias. Recuerdo que uno de los coroneles pisó accidentalmente pero él nunca hizo ruido, prefirió aguantarse el pisón para no interrumpir la narración que hacía uno de los presentes”, expresó la mujer.
En los pensamientos de Aida aún permanece aquél muchacho apuesto, inteligente, con un liderazgo admirable en cada escenario que estuviese o con quienes lo acompañaran, son las memorias de una mujer, la cuarta de los García Márquez que hoy extraña al joven que le enseñó a leer, a comprender la vida a través del realismo mágico