Familiares de los jóvenes de Soacha y Bogotá que fueron víctimas de las ejecuciones extrajudiciales presentaron sus observaciones a las versiones que en su momento entregaron los militares sobre los llamados ‘falsos positivos’ ante la Jurisdicción Especial para la Paz.
Esta audiencia hace parte del caso 03 que indaga lo relacionado con las muertes de ciudadanos que fueron presentados como miembros de la guerrilla abatidos en medio del conflicto.
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La primera en hablar fue Jackeline, hermana de Jaime Castillo, quien recordó que su familiar desapareció de Bogotá el 10 de agosto de 2008 y dos días después apareció sin vida siendo reportado por las autoridades como un guerrillero dado de baja en combate. Su cuerpo apareció en Ocaña, Norte de Santander.
“Acá no actuó solo el Ejército, acá hubo alguien más. Por eso pedimos que se tenga en cuenta lo que dijeron los del CTI y la Policía”, dijo ante los magistrados de la Sala de Reconocimiento de la Verdad que convocó a la diligencia tras las declaraciones de los militares comparecientes que hicieron parte de la Brigada Móvil 15 y el Batallón de Infantería ‘Francisco de Paula Santander’.
Por su parte, Johanna Ruiz relató que su esposo Andrés Palacio desapareció el 27 de febrero de 2008 y que solo pudo dar con el paradero de sus restos en agosto de ese año en un cementerio de Cimitarra, Santander, hasta donde llegó casi sin recursos al punto que, según reveló, el sepulturero del pueblo le ofreció su casa durante tres días mientras hacía los trámites para reclamar el cuerpo.
“Quiero saber cuál fue el engaño con el que se lo llevaron, quién lo reclutó, qué fue lo que le hicieron. Eso es lo que quiero saber, a mí me gustaría conocer toda la verdad”, señaló la joven viuda en medio de sollozos.
Con sentimientos similares habló Luz Ángela Garzón, hermana de Eduardo, que imploró que no siguieran llamando “guerrilleros” tanto a su familiar como a las demás víctimas mortales de estas ejecuciones extrajudiciales.
A su turno, Isabel Muñoz, oriunda de Regidor, Bolívar, detalló que a su hijo Jhonny Soto Muñoz era un joven al que le gustaba la vida militar al punto que estuvo dos años y dos meses prestando servicio militar en San José del Guaviare.
A su regreso alguien le prometió incorporarlo en la carrera militar, un sueño que anhelaba para mejorar la situación económica de su familia, pero desde ese momento no se supo más de él ya que su cuerpo apareció sin vida en Ocaña y reportado como miembro de la guerrilla dado de baja.